jueves, 4 de junio de 2015

La importancia de preguntar para ayudar (cooperación, desarrollo y voluntad)

La importancia de preguntar para ayudar (cooperación, desarrollo y voluntad)


Son numerosas las veces que en nuestro afán por ayudar, nos olvidamos de preguntar.

Mientras que la definición de cooperación al desarrollo, mantiene que es el resultado de un trabajo realizado por un grupo de personas/entidades con el objetivo o interés común de promover un progreso sostenible y equitativo, suele ser más común que dicho conjunto de acciones se parezcan más a una imposición de creencias que a una ayuda social. Sea voluntariamente o a veces inconscientemente, es en varias disciplinas en donde nos encontramos con el mismo error, llegando a ese esfuerzo compartido, a fracasar... por definir objetivos, sin preguntar.

Si bien para un Diseñador, es fundamental detectar una necesidad que poder subsanar, es de igual o mayor importancia testear su propuesta, que el hacer un reconocimiento previo del “mercado” o “público” al que se desea alcanzar. Aunque en esta disciplina, el marketing y sus estudios de mercado pueden servir de gran ayuda, sigue siendo muy común el olvidarse de preguntar, si para cubrir esa necesidad, necesitas un producto, un servicio y si se pensó algo ya, no sólo por el conjunto de ideas individuales, sino por la necesidad real que a un sector pueda complacer.

En las disciplinas encargadas de crear tendencias, de generar necesidades y etc… el estudio del entorno e individuos a los que se quiere llegar, está más que presente, pues existe la presión de con dinero enriquecerse, pero …. Cuando esta ayuda no busca el capital o dinero ganar, cuando el objetivo del cooperar para desarrollar no pretende directamente buscar una rentabilidad, la ausencia de preguntas se hace más frecuente y los fracasos ganan a los éxitos constantemente.

Mientras en el mundo del diseño, el fracaso no siempre está ligado a no preguntar, sino a las campañas que para promocionar tu producto pueden naufragar, en otras disciplinas los fracasos pueden aumentar, pues de ese estudio previo, o simplemente que la pregunta directa para cumplimentar los objetivos no se llegue a realizar, es muy común encontrarse espacios arquitectónicamente diseñados con una misión, y posteriormente utilizados con otra función. 

La importancia de preguntar para ayudar Y si bien, estas disciplinas suelen estar impulsadas con capital que se pretende recuperar a corto o largo plazo, cuando los recursos están aportados por la buena fe y la voluntad para ayudar, se debería tener más presente preguntar antes de actuar/ayudar para cooperar con eficiencia, eficacia y rentabilidad.


Desgraciadamente es muy común que en proyectos para cooperación al desarrollo, se invierta capital, voluntad y esfuerzo,... se haga sin preguntar y te encuentres por ejemplo, que tras conseguir bombear y transportar agua limpia, pura y potable para que se beba de manera saludable a nuestro entender, los destinatarios la mezclen con arena, porque ellos tan transparente no la quieren, ni suelen beber.





El fracaso de la cooperación para el desarrollo interpretada como la acción conjunta de imponer costumbres, creencias, necesidades y buenas prácticas de hacer, tiene el constate error de definir objetivos sin preguntar: 



“para ayudarte:       ¿qué necesitas de mí?”



Mientras descubrimos, preguntamos con experimentos, 
Mientras diseñamos, preguntamos al mercado, 
Mientras cooperamos para desarrollar o simplemente para ayudar… 
preguntemos: ¿cuál es la necesidad real?.



Para terminar, os regalo un conocido cuento… que bien toda esta paradoja llega a reflejar:



Un hombre, una caña, un rio....


Carta del 21 de enero:
« (...) Hoy he encontrado, junto al muelle, a un hombre que pasa hambre...»

Carta del 8 de febrero:
«¿Recuerdas a aquel hombre del que te hablé? Raquel y yo hemos decidido acercarnos al muelle una vez al día y darle algo de pescado que comer.»

Carta del 15 de febrero:
«...Continuamos visitándole (...) con la comida diaria. Tememos, al mismo tiempo, que llegue el día en que no podamos acercarnos hasta allí y el hombre del muelle se quede sin su pez. Él nos lo agradece. Sus mejillas empiezan a recuperar color. Le vemos algo más fuerte. Alguna noche le hemos invitado a casa a cenar con la familia. Es bastante tímido (...).»

Carta del 10 de marzo:
«Raquel y yo hemos decidido comprarle una caña de pescar. Le pensamos regalar un manual, comprensivo y a todo detalle, sobre aparejos y técnicas de pesca. Raquel era una aficionada hace algunos años y se ha comprometido a pasar unos días a la semana para enseñar al hombre del muelle a pescar. Dicen que el río está lleno de peces. Nosotros creemos que en poco tiempo sabrá autoabastecerse de pescado. Podrá conseguir comida por su cuenta y quizá algún dinerillo con la venta de la pesca sobrante.»

Carta del 23 de marzo:
«Surgen los problemas. Al hombre del muelle de nada le ha servido aprender a pescar para prescindir de nosotros. Necesita una licencia y no sé qué otros papeles para poder coger peces del río. Los permisos cuestan un buen dinero y no tiene con qué pagar. Hemos sabido que la explotación del río es exclusiva del municipio y no se puede pescar allí sin los dichosos papeles en regla.»

Carta del 25 de marzo:
«Más problemas: la policía local pilló al hombre del muelle pescando sin licencia y ahora se encuentra retenido. La fianza (o la multa, que no me he enterado muy bien de qué va la cosa) no es muy barata que se diga. Vamos a intentar costeársela. La gente del pueblo va diciendo de él que ha intentado aprovecharse de la comunidad, que es un ladrón y que le está bien merecido (...)»

Carta del 29 de abril:
«Otra complicación, y esta parece grave. ¿Te conté que el hombre del muelle salió de prisión y se hizo con los permisos de pesca necesarios? Pues de nada le sirven: la fábrica de plásticos del pueblo, río arriba, ha contaminado las aguas y todos los peces del río se han muerto. No queda ni uno y la visión resulta desoladora. Dicen que no volverá a haber pesca hasta dentro de diez años o así. La industria pagará una multa astronómica (de sobra se lo podrá permitir), adquirirá no sé qué filtros para residuos y seguirá produciendo...»

Carta del 30 de abril:
«(...) El hombre del muelle vuelve a pasar hambre.»